CRIA DEL TIMBRADO ESPAÑOL. TOMAS VALENZUELA, EMAIL: tomas.valenzuela@ymail.com
   
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  GENETICA
 
GENETICA
CONSANGUIDAD Y CRIA
Por M. Manuel Pomarede
        La aplicación de las leyes de MENDEL HACEN hacer intervenir a menudo cruces entre hermanos (obtención de un F2) o entre padres e hijos (cruces de retorno) De casos así dependen unas uniones consanguíneas frecuentemente con senderadas como peligrosas. ¿Qué pensamos de este tema y que es lo que debemos tener en cuenta?
            1.-LOS PELIGROS DE LA CONSANGUINIDAD.
            La consanguinidad presenta dos inconvenientes dentro del marco de la reproducción de una especie. Por una parte, tiene el riesgo de empobrecer el patrimonio genético y, por otra, favorece la aparición de taras o defectos.
            Sabemos que cada individuo posee un conjunto de factores hereditarios o genes localizados en los cromosomas. Los cromosomas se encuentran en nuestro par, de tal manera que a cada carácter le corresponden uno o varios parres de genes provenientes de cromosomas parecidos llamados <<homólogos>>. Así la presencia de un pigmento en una pluma dependerá esencialmente de dos genes que redran la misma situación en un par de cromosomas determinados. Los dos genes pueden ser idénticos (individuo homocigoto para este carácter) o diferente último caso, el termino <<alelos>> se emplea para designar los factores que intervienen en un mismo carácter y que tienen la misma situación en el cromosoma.
            La expresión de un carácter podrá estar determinada por el alelo dominante y, en este caso, el alelo recesivo asociado no tendrá ninguna función. O bien podrá depender de la acción. Dicho de otro modo. En el esquema adjunto se muestran dos genes alelos cuyo carácter podrá expresarse dependiendo únicamente de <<a>> (que más bien se escribe <<A>> para señalar que es dominante) o bien, de <<A>> para señalar que es dominante). O bien de <<a>> y <<b>>.  
              a               ______________________________________________________ I
                   
 
                         b
____________________________________________________ II
 
            Comprenderemos que, después de un accidente, cuando se produce la meiosis, si una parte del cromosoma II llega a desaparecer o suspende su actividad, el carácter considerado podrá desaparecer o encontrarse considerable mente afectada, ya sea de inmediato o a plazo.
            Si un gameto de un cromosoma alterado llega a fusionarse en la fecundación con otro gameto, que presente una alteración parecida, las consecuencias se verán agravadas. Una posibilidad así se puede producirán una unión consanguínea. Si estas uniones llegan a ser una norma, las perdidas en material genético se pueden acumular, acarreando la aparición de sujetos menos resistentes o que presenten anomalías graves.
            Como en genética se recurre con frecuencia a uniones consanguíneas y se opera con razas puras ligadas necesariamente a tales uniones, el riesgo de degeneración no debe descartase. Los criadores se preservan de este o lo remedian efectuando entonces cruces con descendentes que han permanecido más próximos a la naturaleza. Estos sujetos aportan a la raza degenerada un material genético más degenerada un material genético más rico y más sano.
            En las poblaciones que han permanecido en estado salvaje se produce una mezcla que tiene tendencia a asegurar la compensación de las perdidas en material genético y a evitar el estado homocigoto. Las uniones en este tipo de poblaciones dan unos resultados diversos, pero que, en conjunto, contribuyen a mantener el espacio fiel a el mismo. Así la aparición en la naturaleza de un mirlo blanco resulta excepcional, mientras que, en una cria bien llevada, podría ser el origen de un nuevo tipo. La selección natural contribuye también a la eliminación de las taras; los individuos más fuertes y más adaptados son favorecidos. Resaltamos que los cruces de individuos diferentes producen a menudo productos más robustos; este fenómeno se llama heterosis y está ligado probable mente a una acción complementaria de los genes alelos y contribuye al mantenimiento de un tipo salvaje y a la eliminación de anomalías.
II. LAS TARAS
            Una tara se puede definir como la manifestación de un carácter perjudicial o considerado como tal. La tara es congénita, aparece muy tarde y se puede transmitir a la descendencia. Es hereditaria y está ligada al material genético y obedece a las leyes de Mendel.
            La tara puede concernir a la morfología del pájaro y puede tener una importancia más o menos grande. Una mancha melánica en un lipocromo, unas patas erizadas de escamas córneas, una alas que se cruzan en la espalda, un pico malformado son considerados como taras y conducen al criador a descartar los pájaros que presenten estos defectos. En último término, todo lo que no está conforme con el tipo estándar se considera una tara. Evidentemente, la importancia que se da a la tara depende de la meta perseguida; un canto enronquecido no es muy importante en un canario de color, pero es catastrófico en un cantador.
            Las taras más temibles son las que ponen en peligro la salud de los pájaros. Así, un pico malformado, que no se junte bien, no es tan sólo antiestético, a menudo va asociado con un plumaje deficiente y con raquitismo. La razón es simple. Sabemos que los pájaros poseer una glándula uropígea situada en la cara dorsal de la rabadilla; esta glándula produce una materia grasa que el pájaro toma en pequeñas porciones con su pico y utiliza para lustrar sus plumas. De esta manera las mantiene impermeable al agua. Se ha demostrado que esta substancia contiene ergosterol, que extendido sobre las plumas y expuesto a la luz, se transforma en vitamina <<D>> v. cuando el pájaro lustra sus plumas, cuida su aspecto y, asimismo, almacenando vitamina <<D>> que favorece su salud.
            Unas taras más perjudiciales todavía son las que afectan al comportamiento y a la mortalidad. Hay razones para pensar que las hembras que son malas madres son a menudo las víctimas de una alteración del instinto maternal. El abandono de los pequeños y su alimentación insuficiente pueden tener un origen genético, aunque el medio en el cual vive el pájaro puede jugar también papel importante.
            No debemos olvidar que el gen corresponde a una aptitud y que esto no implica necesariamente la realización de un carácter. En cambio, si el gen normal está ausente, el carácter no se puede realizar. En lo que concierne a la mortalidad, que hace estragos particularmente en ciertas crias, nos podemos pregunta del criador no está en discusión. En efecto, unas investigaciones recientes han demostrado que la resistencia a las enfermedades está estrechamente ligada a un conjunto de genes que están que están agrupados en un cromosoma determinado (cromosoma 6 en el hombre, cromosoma 17 en el ratón…). Estos constituyen lo que llamamos el complejo mayor de histo—incompatibilidad. Se ha demostrado que en el hombre la frecuencia de ciertas enfermedades estaba ligada a una mutaciones precisas que afectan a estaña este complejo. Así, la esclerosis en placas es frecuente en los individuos que presentan el alelo B7, mientras que la periartritis del hombro pone en juicio el alelo B 27 y la enfermedad de Addison el alelo B 8. Esto explica que este complejo es el responsable de la fabricación de anticuerpos que luchan contra los microbios y también de la eliminación de células anormales o alteradas. Podemos pensar que en los pájaros se pueden producir tales mutaciones acarreando una debilidad del organismo con respecto a unos microbios y favoreciendo la aparición de enfermedades.
            II. LAS TARAS
            Remarcaremos que unas condiciones de higiente perfectas permiten evitar las enfermedades microbianas, pero los pájaros no son por ello más resistentes. De tal manera, que un pájaro de calidad, introducido dentro de otro criadero, puede ponerse enfermo y fallecer a poco que encuentre un microbio contra el cual este insuficientemente armado genéticamente.
            Así, pues, las taras son de una importancia variable, las más perjudiciales son aquellas que menos se manifiestan.
            III.   COMPORTAMIENTO
            GENETICO DE LAS TARAS
            De origen genético las taras de penden de unas mutaciones y se comportan como tales.
APARICION DE LAS TARAS
            Es bastante excepcional que una tara concierna sólo a un gen. A menudo, se trata de una pequeña porción de cromosoma que se halla al terrado, sea que un fragmento se desprenda, se cambie o se invierta. El resultado es que, en general, son varios los genes implicados, aunque aparentemente sólo un carácter nuevo se manifieste.
            Probablemente los factores letales deben su propiedad a una alteración de una pequeña porción del cromosoma. Así, sabemos que el moñudo está ligado a un factor letal en estado homocigoto. Es evidente que el cambio de orientación de las papilas dermoepidermicas productoras de las plumas de la cabeza no puede ser mortal, pero probablemente es uno de los signos indicadores de una perturbación más importante de los mecanismos de regulación, y un gen muy próximo, estando activo de una manera decisiva en el estado homocigoto, acarrea la muerte precoz del embrión. Los moñudos esteran asociados a una tara que no perdona.             Resaltemos que la alteración cromosómica se manifiesta en la meiosis y, por consiguen te, en el padre o la madre; mientras que la tara correspondiente se manifiesta en los descendientes. Esta alteración puede ser excepcional, pero puede traducirse en una propensión a que se produzca. La aparición de una tara pone en tela de juicio a los padres.
TRANMISION DE TARAS
            Las clases de aras nos instruirán sobre los riesgos reales de la consanguinidad en una cria. Una tara puede depender de un gen dominante o de un gen dominante o de un gen recesivo.
a) TARA DOMINANTE:
            Supongamos una que implique un cromosoma no sexual (autosoma). Supongamos que un cromosoma. A haya sufrido una mutación transformándose en cromosoma A, generador de una tara que se manifiesta de golpe (lo que no quiere decir que sea necesariamente evidente para el criador) y en consecuencia dominante. Crucemos el individuo tarado A.B con un individuo sano C.D (estas mayúsculas designan los cromosomas dé los pares homólogos)
            Los resultados del cruce se expresan en la siguiente tabla 1:  
 
                       m
 l          
     A´
      B
               C                      
 A´---C
 B---C
   D
 A´---D
 B---D
 
            Los gametos sólo reciben un cromosoma de entre y los descendientes reúnen dos gametos. Vemos que se obtienen tantos individuos sanos como tarados.
            Evidentemente, velaremos en no cruzar entre ellos los individuos tarados, pero, si la tara es sicológica y no es aparente, podemos tener en la segunda generación la tabla II:
 
                           m                                                                                                                                                                                                                                l
       A´
      C
              A´
   A´---A´
 A´---C
              D
   A´---D
 C---D
 
            El cruce A—C   X   A—D producirá el 75 % de tarados.
            De hecho, la probabilidad de obtener este cruce es escasa (una posibilidad de entre dos que el padre utilizado sea tarado y una sobre dos que este padre encuentre una pareja tarada). Obtenidos a partir de unos padres iniciales es inferior al 50 %. Por consiguiente, en este caso sería una posibilidad de entre cuatro. Un cálculo nos mostraría qué número de individuos tarados puede ser de una tara dominante, pero no es necesario dramatizar.
b) TARA RECESIVA:
            Sólo aparece si el individuo es homozigoto y, por consiguiente es homozigoto y, por consiguente, A---A. Tales individuos nacen de la F2 porque en la segunda generación es cuando se puede tener un reencuentro de A—C X A—D. La tara incluida en un pájaro aparentemente normal en el caso de un cruce con un pájaro sano, queda disimulada en FI y solo tiene posibilidad de manifestarse en F2, en los polluelos.
            Las tablas l y ll continúan siendo válidas, pero aquí en la tabla ll solo se llega al 25 % de tarados; sin embargo, con el 50 % de portadores de la tara. Hemos estimado una posibilidad de entre cuatro de obtener un cruce del tipo A—C X A—D. Vemos, pues, que la tara se manifestara sólo en un caso de cada dieciséis, que es bastante.
e) TARAS LIGADAS AL SEXO.
            Aquí la tara se manifiesta en la primera generación al 50 %, si está ligada al cromosoma X. Admitiendo que sea recesiva, podremos escribir X-X para el macho y X-Y para la hembra para los pájaros tarados. La unión X-X es bastante menos pro bable, asimismo, las taras ligadas al sex aparecerán sobre todo en las hembras. Además saltaran una generación.
            En efecto, cruzando una hembra tarada X-Y con un macho sano, obtendremos unos machos portadores de la tara y unas hembras sanas. Y solo cruzando un macho portador X-X con una hembra sana X- Y veremos reaparecer la tara, pero únicamente en las hembras. Un comportamiento así es comparable al de la hemofilia en el hombre, con la diferencia de que en la especie humana el hombre es XX x XY produce en efecto la tabla lll.
                                                                                                                                                                                                                                                          
X
              X
X´X
X X
              Y
X´Y
lare
X Y
 
            Como en el caso de una tara recesiva no ligada al sexo, la tara se manifiesta en la segunda generación, aun cuando ya estaba en germen en el <<abuelo>>.
b) INFLUENCIA DE UN CRUCE DE RETORNO:
            U.Y , cruce así en el caso de una tara recesiva no ligada al sexo no aumenta, contrariamente a lo que se podría pensar, la posibilidad de ver aparecer la tara: es de 1 sobre 16. Tendencioso en efecto un cruce del tipo II, produciendo el 25% de tarados con una posibilidad sobre cuatro de obtenerlo. Dado que el padre reutilizado presenta la mutación a propagar, aun cuando no sea seguro que sea el portador de la tara, no debemos dudar en preferir el cruce de retorno a la F2 clásica. Los riesgos son los mismos, mientras que las ventaja representan el doble; 50 % de descendientes homocigóticos en lugar del 25%.
CONCLUSION
            El estudio que acabamos de hacer nos demuestra que si bien los peligros de la consanguinidad son reales, a menudo se sobreestiman. No deberemos dudar en hacer mención de las uniones consanguíneas para aplicar las leyes de MENDEL.
            En la constitución de una descendencia de pájaros, preteriremos el cruce de retronó al de los descendientes entre sí. Sin embargo, al cabo de algunas generaciones, el aporte de una sangre nueva será una buena cosa; se llevara a cabo a través de la introducción de unos pájaros pertenecientes a otra descendencia y cuya calidad será garantizada por un criador reputado. Por fin, no olvidemos que, si unos pájaros está en discusión y que conviene ser prudente.
 
 
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